lunes, 27 de junio de 2011

Leyendo a Salarrué

¿Cuál ha sido su experiencia leyendo los Cuentos de Barro? ¿ Cuál les ha parecido más lleno del barro de la idiosincracia indígena- campesina, del barro de la oralidad, del barro de la ternura, del barro del humor, del barro de la tristeza, del barro de la poesía...?

viernes, 24 de junio de 2011

" Amadores en plataforma" Cuento ganador del segundo lugar, UPNFM, 2011

Por Heydi Ávila

Amadores en plataforma

No se conocían, tal vez sus bocas habían intercambiado algunos besos sobrantes en la ruidosa metrópoli o miradas coincidentes con el deseo de cada día. Pero no se conocían, se amaban como gatos en los tejados del barrio, le aullaban al bullicio de los automóviles, ellos buscaban la forma de amarse mientras estaban juntos.

Las luces de la ciudad sustituían el espectáculo nocturno de las estrellas pueblerinas ¿y qué importaba? al final resultaban ser dos extraños que jugaban al amor sutil, siempre con cada final del día.

Se les veía caminar pausadamente igual que jornaleros de fábrica, parecían llevar sobre sus cuerpos el cansancio de una lucha con lo imposible. Nunca se tomaban de la mano quizás por eso él la abrazaba, solo por varios segundos hasta que los ojos de ella se cuajaban de anhelos.

Una noche se cansaron de los tejados, decidieron ir más alto, encontraron una bóveda flotante y vieron las luces de la urbe parpadeando dulcemente, celosas por la altura de los gatos.

Hasta la luna salió de su lecho para verles de cerca. Una caja de cigarrillos y varios gritos de júbilo, luego los arañazos furtivos, el maullar de sus voces, el ronroneo de los amadores.

La luna envuelta en anaranjado pudor se escondió entre sus sábanas blancas y ellos se despidieron como todas las noches, con sus bocas secas y el corazón intacto.

Ignoraban que habían desprendido esencias que se deslizaron hasta el centro de la plataforma. El líquido se había transformado, tal como la bruma de esa noche, el viento y el rocío eran gotas de negra sangre.

No los volvieron a ver juntos, dicen que las luces se molestaron con ellos. Desconocidos que no se conocieron para seguir amándose en la posteridad de las luces, y nos amamos en arroyos submarinos que aún enlazan nuestras manos o nuestras garras de pasado felino.


Poemas ganadores en el Concurso UPNFM, 2011

Por Heydi Ávila

Un poema, una sonata o un suspiro

A Elvin

Quiero hacerte un poema de sonámbulos ruidos

mi bello, mi fiero, amante de las épocas

en tu boca nacen peces que se mezclan con la lluvia.

Hacerte un poema que te envuelva entre lunas

mi polilla de otoño, mi navegante de inviernos,

dormido eres el templo de lo sagrado y lo eterno.

Quiero hacerte un poema de brumosos quejidos

para evaporarnos hacia el cielo enredados entre espinos.

De sustancias fulgurantes un poema quiero hacerte.

mi fauno de sollozos, lamentaciones placenteras borbotean

en el arroyo cristalino de tu lengua.

Quiero hacerte lo que quieras, si no quieres, un poema

o la espuma de mi cuerpo que te absorbe en lo absoluto.

Mi caldero de pasiones prohibidas,

eres fragancia henchida de ternura

que debe perdonar mis funestas ilusiones

indignas de hacerte ese poema.

Quiero hacerte ese poema.

¿Pero lo quieres o no lo quieres?

También podemos hundirnos en mis pantaletas de azulejo

o patalear bajo la noche expandida ante las penas.

Puedo hacerte ese poema,

un poema de palabras invencibles,

un poema que te inunde de nostalgia confundida,

un poema que te arroje al olvido de mis besos

o simplemente hagamos una sonata de cuerpos

incrustados en un mismo zumbido.


Mi diosa de llantos

A Suyapa

Madre no llores, que tu llanto

es el desvelo de los minutos que se detienen

y tus lágrimas son el baño celestial

de los ángeles de la aurora.

Que cuando tu lloras madre,

la tierra tiembla bajo mis pies,

la luna se precipita hacia la pendiente más profunda,

el mar se arremolina ahogando las sirenas

y el aire se vuelve un trozo de carbón palpitante.

Si tú me dejaras madre,

le arrancarías a mi seno la única alegría

y mi pluma no lloraría las penas del alma,

pues, mi boca las gritaría en la faz del que te alejo.

¿Cómo podrá mi ser caer en un amor que no sea el tuyo?

amo tu miedo, el miedo que a veces finges

dentro de la desbordante valentía de tu corazón,

amo tu fuerza, para completar dolorosas misiones

entre ríos de sangre tuya.

Tu sangre mía, esa lágrima tuya

es la unción que me envilece cuando te miento.

(Te miento porque te amo y tu lugar en el cielo

no merece de mis ofensas, sino de mis libaciones)

Tú, mi diosa de silencios,

guardiana de mis pasos,

en tu escurridizo mirar,

en la timidez de tu andar,

vuela la ternura con que los ángeles juegan en el éter

Madre no llores, que tu llanto

es el desvelo de los minutos que se detienen.

Ninfa de la constelación y el suicidio

Yo soy la del millón de amores

y la eternidad de ardores.

La de la noche clara

y el oscuro amanecer.

Mi ser es la enredadera de lágrimas fugaces

y besos insípidos, pedazos de alma.

Yo la del mirar de fuego,

la que encuentra la belleza en la más sucia demencia.

Yo la de los rizos en locura,

la bohemia del sexo, cuatro paredes y el mundo entero.

Yo la de la boca rebosante

la de los besos infantiles, la de las frases inclementes.

La de las caderas cual luna llena

la danzante de la muerte, el torbellino de la furia.

Yo la del vivir dormido, la del despierto vivir,

la del soñar sufriendo, la del gimiente reír.

Mi nefasto querer es la bilis de la frustración

ese agreste besar, floreció con los trastornos del negro existir.

Mi tambaleante amar es como vagar en mortal desenfreno,

en mi cabeza hay un jardín de senos,

un pastizal de ojos definidos,

una galería de castigos para el hombre altivo.

Yo fui la que soñó vivir,

mientras se lanzaba de la azotea de un quinto piso

inventando una excusa para el asesinato a su emoción

recordando que tal vez el vivir es solo la hipérbole de una ilusión.

jueves, 23 de junio de 2011

" El hombre que parecía un caballo"

Gabriela Mistral dijo que ésta es una de las lecturas más perfectas que la vida le había dado. ¿ En qué se basaría Mistral para afirmar lo anterior? ¿ Cuál ha sido su experiencia al leer este cuento?

Rubén Darío y su influencia

“Cuando un poeta como Darío ha pasado por una literatura, todo en ella cambia”. Jorge Luis Borges
¿ Qué piensa sobre esto?

miércoles, 15 de junio de 2011

El príncipe Azul y la bella Durmiente ( fragmento)

El príncipe Azul y la bella durmiente: Darío , poesía e imagen femenina.

Emma E. Matute

El mundo poético y personal de Rubén Darío ha sido amplia y variadamente estudiado desde casi todos los campos culturales posibles. Los estudios estético-estilísticos y psicobiográficos han sido los predominantes y sólo hasta hace algunos años se han incorporado otras aproximaciones críticas modernas.

En relación a la imagen femenina presente en la poesía dariana, los estudios críticos se han ocupado, por una parte, en develar las representaciones mitológicas que abundan en la poesía de Rubén Darío, así como de las “Musas de carne y hueso” que supuestamente “inspiraron” al poeta. Por otro lado y desde una persectiva feminista, los estudios se han ocupado de examinar y cuestionar las diversas imágenes femeninas y la postura predominantemente machista que las genera.

El presente trabajo se propone hacer un análisis de la imagen femenina en la poesía dariana, particularmente la relacionada con el mito de la bella durmiente y la manera en que ésta se conecta con la concepción del arte poético en Darío y su postura personal. Usaremos para nuestro estudio algunos poemas significativos de Prosas Profanas y de Cantos de Vida y Esperanza.

Una primera referencia a la imagen de “bella durmiente” la encontramos en en uno de los más conocidos y gustados poemas de Darío: “Sonatina”. Aquí se nos presenta el cuadro de la princesa triste, pálida, melancólica, presa, que espera el arribo del príncipe que llegará a despertarla y liberarla de su cautiverio. Todo en “Sonatina” apunta hacia la pasividad . La princesa “Que ha perdido la risa, Que ha perdido el color/ …no ríe, no siente; / … persigue por el cielo de Oriente/ la libélula vaga de una vaga ilusión. ” (Darío 556) .

Muchos críticos y estudiosos del psicoanálisis han coincidido en señalar la relación existente entre este mito romántico y la situación de “pasividad” en que se encuentra la mujer. En Psicoanálisis de los Cuentos de hadas, Bruno Bettelheim explica- en su capíulo dedicado a la “Bella durmiente”- como esta imagen encierra la idea de pasividad relacionada directamente a la experiencia de la muchacha adolescente que espera su despertar sexual. De ahí que resulta interesante que Darío presente esta imagen de mujer pasiva como una de sus favoritas y más aún, que haga de ella, frecuentemente, la encarnación de su propia experiencia poética.

El hecho que Darío acuda al cuento de hadas para tomar esta imagen femenina no obedece únicamente a su afán cosmopolita o a su exotismo verbal sino a su concepción de la mujer, que presenta un sinnúmero de variantes y contradicciones. Pero como hemos dicho, queremos ocuparnos aquí de una de las imágenes favoritas del autor: la princesa que espera ser despertada por el príncipe; la pasividad hecha mujer. Como bien ha señalado Burt: “The princess is, in fact, the epitome of the ‘passive’ woman in Darío”: beautiful and silent, she is surrounded by elegance; her role in life is to wait, to wait for the ideal lover (the poet’s surrogate), and then, to blossom affectionately for him…Fictitious as Carolina of ‘De invierno’ the Princess become an important, recurring symbol in Darío’s poetry.” (140)

Ese símbolo recurrente en la poesía dariana-al que se refiere Burt-, se vuelve más interesante cuando llega a encarnar al poeta mismo y su ideal poético. En “Heraldos”, el poeta hace una evocación o anuncio de mujeres que de una u otra forma representan ese variedad de imágenes femeninas presentes en su poesía: Helena, Mahkeda, Ifigenia, Electra, Catalina, Ruth, Lía, Enone, Yolanda, Clorinda, Carolina, Silvia, Aurora, Isabel. Este desfile de personajes de distintas mitologías o encarnaciones de sus propias experiencias personales, culmina con “¿Ella?” la que “no llega aún” (571). Ella parece ser su ideal de mujer, la que aún no toma forma, la perfección no alcanzada. De manera que es posible hacer aquí un paralelo entre el poeta que espera la llegada de esa mujer ideal, de esa “musa ideal” que realizará sus ilusiones personales y artísticas; con la imagen de la bella durmiente que espera la llegada de su príncipe azul. Tenemos entonces dos aspectos en esta lectura. Por una parte el poeta que se sitúa en la posición del que espera ( y que encarna en este momento la imagen de “bella durmiente”); y por otra parte, la mujer ideal que aún no llega para el poeta y que a nuestro juicio es un ideal representado por esa mujer que espera pacientemente por el despertar que será producido a la llegada de su príncipe.

Esta dinámica de relación entre la mujer ideal y la situación del poeta mismo mediante la utilización del mito romántico de la bella durmiente se aprecia con una ligera variante en la penúltima estrofa del poema “El reino interior” . Aquí el poeta le pregunta a su alma: “¿Qué hay en ti, alma mía?/ ¡Oh! ¿Qué hay en ti mi pobre infanta misteriosa?” Y su alma no le responde:

“Ella no me responde.

Pensativa se aleja de la obscura ventana,

-pensativa y risueña,

de la Bella-durmiente del bosque tierna hermana-,

y se adormece en donde hace treinta años sueña.” (605)

Aquí, el alma del poeta es silenciosa como la princesa de “Sonatina” y tiene además un misterio que se evidencia en las preguntas iniciales. Ese “¿Qué hay en ti alma mía?” nos recuerdan al “¿Qué tendrá la princesa?” de “Sonatina”. Luego, el poeta hace clara la identificación al decirnos que su alma es hermana de la Bella durmiente del bosque y al igual que ésta, sueña-desde hace treinta años- en los príncipes que la estrecharán en sus brazos rojos .

Como mencionamos anteriormente, la identificación del poeta con la bella durmiente no sólo se da entre su alma o su mundo interior o sino también con su mundo poético. En “Yo persigo una forma” su ideal de arte se ve rodeado por la simbología de la bella durmiente. Así leemos: “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,/…se anuncia con un beso que en mis labios se posa/…y no hallo sino la palabra que huye,/…y la barca del sueño que en el espacio boga; / y bajo la ventana de mi Bella-durmiente, /el sollozo continuo del chorro de la fuente” (622). Encontramos aquí al poeta en su imposibilidad de encontrar la forma, el arte perfecto que pueda expresarlo. Pero existe el “anuncio” (¡un beso!), la posibilidad de realización , la posibilidad que después de la larga espera (bajo la ventana de su bella durmiente); la forma que persigue, el arte que busca, encontrará su estilo, llegará; de la misma forma que llegará su mujer ideal. Mientras tanto, el poeta se encuentra en un estado similar al de su bella durmiente; se halla a sí mismo en un estado de ensoñación, en esa “barca del sueño que en el espacio boga”, interrogado por “ el cuello del gran cisne blanco” (622).

En la famosa “Canción de Otoño en Primavera” nos encontramos finalmente con un Darío que parece darse cuenta-en el otoño de su vida personal y poética- que el ideal nunca llegó. Nos dice:

“En vano busqué a la princesa

que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa.

¡Ya no hay princesa que cantar!” (659)

Aquí el poeta ha llegado al momento en el cual los ideales de “eterna juventud” así como los de encontrar esa forma artística ideal y a la vez la concresión femenina de la perfección se han desvanecido frente a la amargura y pesadez de la vida. La princesa a la que alude Darío aquí, representa pues, a ambos ideales(mujer y arte) y también a su propia alma soñadora, adolescente, que también experimenta el cansancio de esperar.

Bibliografía

Anderson- Imbert, Enrique. “Yo persigo una forma”. Explicación de textos literarios, Vol. III, anexo I. En Porrata, Francisco. Antología comentada del Modernismo. Sacramento, CA: California State University, 1974.289-94

Bettelheim, Bruno. Psicoanálsisis de los Cuentos de hadas. México: Grupo editorial Grijalbo, 1986.

Burt, John R. “Why the dichotomy of active and passive women in Dario’s poetry?”.Discurso Literario, 6: 1 , Fall 1988. 137-49

Darío, Rubén. Poesías completas. Madrid: Ediciones Aguilar, 1967.

Davies, Catherine. “Woman as image in Darío’s Prosas Profanas”. Romance Quarterly.Vol. 36. Num. 3. Kentucky: The University Press of Kentucky, August 1989. 281-285.

Eguíndanos, Miguel. “Sonatina oída desde lejos”. Insula, 248-49. Madrid: Julio-Agosto1967. Pág. 7.

Garciaslo, Ramón de. “Musas de carne y hueso” . Cuadernos Hispanoamericanos. Madrid: fecha???. 71, 574-587.

Hatzfeld, Helmut A. “Sonatina”. Explicación de textos literarios, Vol III, anexo I. En

Porrata, Francisco.Antología comentada del Modernismo. Sacramento, CA: California State University, 1974. 255-63.

Martínez Domínguez, José María. Los espacios poéticos de Rubén Darío. New York:Peter Lang Publishing, 1995.

Reverte, José Manuel. Rubén Darío y su obra poética. Madrid: Sucesores deRivanedeyra, 1973.

Rivero, Eliana. “Poesía modernista y perspectiva ideológica: La ‘Sonatina’ de RubénDarío”. Explicación de textos literarios. Volumen VIII-1. Sacramento, CA: California State University, 1970-1980. 51-58

Wells Thornton, Mary Elizabeth. “Las principales figuras femeninas en la poesía de Rubén Darío”. Káñina: Revista de Artes y Letras de la Universidad de CostaRica. Vol. II, Núm. 3 y 4, Julio-dic 1978. 37-57.


martes, 14 de junio de 2011

Miércoles de ceniza (Por Sara Rico) Este cuento ganó el Primer lugar en el concurso de cuento de la UPNFM, en el marco del día del estudiante, 2011

En una calurosa tarde de marzo leía el periódico sentada en una silla de mimbre. No había luz y apenas se escuchaba el murmullo de los pájaros a lo lejos. Pensaba nada más en la tibia mañana en que lo había visto por última vez despedirse de mí y contemplaba la noticia “Apuñalado encuentran a hombre de unos treinta y cinco años”. Mis párpados comenzaron a cerrarse en un inútil intento por mantenerme despierta y yo sólo pensaba en él; recordaba sus palabras golpeadas, su presencia horrorosa y toda su ira hacia mí manifestada aquel día en que no gritó nunca más. Cerré los ojos y me desvanecí en un instante; tuve en mis labios su beso efímero y mortal, me convertí en aire contaminado de ciudad y tuve la sensación de viajar por lugares inexistentes. Cuando desperté ya había pasado alrededor de media hora, tenía el periódico extendido sobre mis piernas y el cuerpo arqueado en la silla de mimbre. Y entonces lo vi. Parado ahí frente a mí. Su mirada era la misma de siempre, ojos negros endemoniados y semblante de enojo eterno, parecía que quería hablarme pero no podía hacerlo. Un hilo de terror y aire congelado recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, sin embargo no me moví.

- ¿Qué hacés aquí? – le dije con voz lánguida y baja. Él sólo me miró con los ojos aguados y sin articular palabra alguna, yo tenía miedo, estaba aterrorizada pero decidí no demostrarlo.

- Andate de una vez, ya no tenés nada que hacer aquí, vos estás muerto…estás muerto. Por un momento creí verlo llorar, pero lo odié, lo odié tanto que volví a cerrar los ojos para hacerlo desaparecer. Cuando los abrí él se había ido. Se había ido de nuevo y esta vez quizás para siempre.

Me levanté hacia la cocina para lavarme la herida de la mano, todavía temblando. El corazón me brincaba como dispuesto a salirse de su cavidad y tenía un dolor de cabeza insoportable. Cuando vi hacia la ventana que daba al cerro era ya de noche, pero al menos la luz había regresado. Pensaba en qué haría de cenar mientras observaba la luna sobre el cielo oscuro y triste; estaba sola, pero estaba bien, porque él ya no estaría aquí, y no lo vería nunca más.

Sara Rico**

domingo, 12 de junio de 2011

Algunos pensamientos para comenzar...a propósito del género testimonial

"Creo que en este momento la literatura centroamericana se encuentra en un momento muy fructífero y oportuno para salir de la limitación provinciana y extenderse por todo el mundo de habla española, hasta llegar a lectores en otras lenguas. Los procesos de guerras revolucionarias que vivimos en los ochentas han dejado a su paso muerte y desolación, pero de esa experiencia tenemos que sacar algo positivo. Aunque el neoliberalismo que está asfixiando a nuestras clases trabajadoras parezca haberse consolidado en los noventa, creo que esta década que empezamos ahora nos permitirá una gestión más madura y más beneficiosa para las grandes mayorías. De la época insurreccional nos ha quedado el desarrollo del testimonio como género literario, rico y pujante, que ha producido obras de gran importancia, no sólo para nosotros los centroamericanos, sino para todo el mundo. El fenómeno que implica la importancia del testimonio de Rigoberta Menchú, es algo inaudito en la historia de la literatura. A nosotros nos ha tocado vivir y ser protagonistas del surgimiento y canonización de un género literario, suerte y distinción nada común y cotidiana. Yo no creo como algunos de nuestros colegas que el testimonio sea un género nuevo en todo el sentido de la palabra. El testimonio es tan antiguo como el libro del Exodo del Viejo Testamento, y como los Evangelios, lo que sí se ha dado en la segunda mitad del siglo XX es la producción copiosa de testimonios de diferentes tipos, al lado de una teorización brillante e inteligente, por parte de distinguidos críticos del primer mundo, que desde las universidades más prestigiosas y elitistas del imperio, han protagonizado un diálogo fructífero en torno al género. En la conjunción de estos fenómenos semióticos y discursivos está la gran contribución de la literatura latinoamericana a la literatura mundial. Sin embargo, lo más importante desde el punto de vista social, es la sensación de poder que el testimonio confiere a las personas. El éxito comercial e intelectual de algunos discursos testimoniales y la subsiguiente controversia que han suscitado, demuestran el poder que puede tener la palabra escrita, demuestra las agencias de poder que puede activar el discurso literario, y por primera vez quizás, ese poder parece estar al alcance de los grupos más desposeídos, de los más débiles, de los marginados. Esto "empodera", para usar un neologismo sumamente necesario en los estudios subalternos, confiere poder, a las clases más marginadas de la sociedad y a las etnias más reprimidas de nuestros pueblos. Si mi vida es digna de ser contada, y digna de ser leída y estudiada, ergo, tengo cierto valor como ser humano. Este silogismo es sumamente importante y positivo para la percepción que esos mismos grupos tienen de sí mismos, para su auto-estimación y su imaginario social y cultural. Ojalá este sea un primer paso para la construcción de mejores condiciones de vida y educación para estas mayorías silenciosas y desposeídas, que a través del testimonio ejecutan acaso el primer gesto de apropiación valioso y perdurable para generaciones por venir".